COME, AMA Y DUERME
Pensad en vuestra comida preferida: pizza, hamburguesa, patatas
fritas, pasta, chocolate, etc. En mi caso, la pasta.
Ahora pensad que entráis en vuestra cocina y encontráis una
caja; indecisos, la abrís y veis que en su interior está vuestra comida
preferida. En principio no es muy fiable ¿verdad? ¿De dónde habrá venido? La dejáis
en su sitio, pero no paráis de pensar en ella... ¿por qué estaría allí? Tiene
tan buena pinta...
Os volvéis a acercar a la caja y decidís probar un poco...
mmm... está buenísimo... macarrones en su punto, temperatura perfecta, queso
fundido... aunque quizá le hubiera puesto algo más de salsa...
Os acabáis el plato, pero no paráis de pensar en esos
macarrones.
Anotáis la dirección del restaurante, pasan unos días y
pedís más. Conforme pasa el tiempo apreciáis algo diferente: nuevo sabor, nueva
textura...
Creéis que podríais estar comiendo macarrones (esos
macarrones) el resto de vuestra vida.
Toda esta oda a la pasta se debe a que en el amor sucede
exactamente lo mismo: conoces a alguien, lo pruebas, quieres más... y te das
cuenta de que le quieres, incluso más de lo que pensabas. Pasa el tiempo y
descubres cosas nuevas, tanto positivas como negativas.
Después de este tiempo puedes adorar los macarrones o
cansarte de ellos... y no pasa nada: la vida sigue y, bueno... ¡nunca sabes si
unas lentejas te sorprenderán!
Quizá muchos no entendáis esta comparación, pero he querido
unir dos de las cosas que más me gustan, aunque me faltaría una: DORMIR
(equiparable al tiempo que todos tenemos que dedicarNOS)
Buen martes y... ¡qué comáis muchos macarrones!
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